Laudato sí es una relectura del cántico de las criaturas de Francisco de Asís, y es, además, un grito de auxilio del Papa Francisco en nombre de la Iglesia, un grito a Dios y al hombre posmoderno a que cuide, proteja y haga un buen uso de los recursos de la madre Tierra.
El canto original, escrito por San Francisco de Asís en 1224, dice así:
Altísimo y omnipotente buen Señor,
tuyas son las alabanzas, la gloria y el honor y toda bendición.
A ti solo, Altísimo, te convienen
y ningún hombre es digno de nombrarte.
Alabado seas, mi Señor, en todas tus criaturas,
especialmente en el señor hermano Sol,
por quien nos das el día y nos iluminas.
Y es bello y radiante con gran esplendor,
de ti, Altísimo, lleva significación.
Alabado seas, mi Señor, por la hermana Luna y las estrellas,
en el cielo las formaste claras y preciosas y bellas.
Alabado seas, mi Señor, por el hermano viento
y por el aire y la nube y el cielo sereno y todo tiempo,
por todos ellos a tus criaturas das sustento.
Alabado seas, mi Señor por la hermana agua,
la cual es muy humilde, preciosa y casta.
Alabado seas, mi Señor, por el hermano fuego,
por el cual iluminas la noche,
y es bello y alegre y vigoroso y fuerte.
Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre Tierra,
la cual nos sostiene y gobierna
y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas.
Alabado seas, mi Señor, por aquellos que perdonan por tu amor,
y sufren enfermedad y tribulación;
bienaventurados los que las sufran en paz,
porque de ti, Altísimo, coronados serán.
Alabado seas, mi Señor, por nuestra hermana muerte corporal,
de la cual ningún hombre viviente puede escapar.
Ay de aquellos que mueran en pecado mortal.
Bienaventurados a los que encontrará en tu santísima voluntad
porque la muerte segunda no les hará mal.
Alaben y bendigan a mi Señor
y denle gracias y sírvanle con gran humildad.
La encíclica del Papa Francisco se puede resumir así:
Laudato Si’ está dividida en seis capítulos, cada uno de los cuales puede leerse en una sesión de 20 a 30 minutos. La encíclica completa está disponible en el sitio web del Vaticano.
- El primer capítulo, «Lo que le está pasando a nuestra casa común», resume el alcance de los problemas actuales relacionados con el medio ambiente. Entre los temas tratados se encuentran la contaminación, el cambio climático, la escasez de agua, la pérdida de biodiversidad y la desigualdad global.
- El segundo capítulo, «El Evangelio de la Creación», se basa en la Biblia como fuente de conocimiento. Los relatos de la creación del Génesis se interpretan como una orden de cultivo responsable y protección de la naturaleza. Los intentos pasados de justificar el dominio absoluto del hombre sobre otras especies «no son una interpretación correcta de la Biblia» (LS 67). El mundo natural se presenta además como un don, un mensaje y una herencia común de todos los pueblos.
- «Capítulo 3: Raíz humana de la crisis ecológica» explora las tendencias sociales y las ideologías que han causado los problemas medioambientales. Entre ellas se encuentran el uso irreflexivo de la tecnología, el impulso de manipular y controlar la naturaleza, la visión de los seres humanos como algo separado del medio ambiente, las teorías económicas de enfoque estrecho y el relativismo moral.
- El «Capítulo 4: Una ecología integral» presenta la principal solución de la encíclica a los actuales problemas sociales y medioambientales. La ecología integral afirma que los seres humanos forman parte de un mundo más amplio y pide «soluciones integrales que consideren las interacciones de los sistemas naturales entre sí y con los sistemas sociales» (LS 139). Mientras que el estudio de los ecosistemas es bien conocido en la ciencia de la ecología, la ecología integral amplía este paradigma para considerar las dimensiones éticas y espirituales de cómo los seres humanos deben relacionarse entre sí y con el mundo natural, basándose en la cultura, la familia, la comunidad, la virtud, la religión y el respeto por el bien común.
- «Capítulo 5: Algunas líneas de orientación y acción» aplica el concepto de ecología integral a la vida política. Pide acuerdos internacionales para proteger el medio ambiente y ayudar a los países de bajos ingresos, nuevas políticas nacionales y locales, una toma de decisiones inclusiva y transparente, y una economía ordenada al bien de todos.
- Por último, el «Capítulo seis: Educación y espiritualidad ecológica» concluye la encíclica con aplicaciones a la vida personal. Recomienda un estilo de vida centrado menos en el consumismo y más en los valores intemporales y duraderos. Pide una educación medioambiental, la alegría por el entorno, el amor cívico, la recepción de los sacramentos y una «conversión ecológica» en la que el encuentro con Jesús lleva a una comunión más profunda con Dios, con los demás y con el mundo de la naturaleza.
La mejor forma que tenemos para poder amar y cuidar nuestro entorno es conocerlo. No podemos querer aquello que no conocemos.
Conozcamos las plantas que nos rodean en este magnífico entorno natural que es el campamento de Silos.