Ya tenéis disponibles las fotos en la galería de imágenes, o pinchando aquí, pero para que no seamos nosotros los que contemos… ¿qué mejor que dos testimonios de participantes? Muchas gracias a los dos, aquí os lo dejamos…(Ah, y no te olvides que puedes enviarnos tus aportaciones a secretaria@csf.es , sólo así podremos mejorar, o también puedes hacer la valoración pinchando aquí.)

ASÍ HA SIDO…

ASÍ LO HEMOS VIVIDO…

Como años atrás, Crisol San Viator se apunta a un bombardeo. Ya sabemos que son geniales los encuentros misioneros y, en especial, el Festival de la Canción Misionera. El pasado 27 y 28 de abril, fuimos a Zamora. A parte de demostrar nuestras dotes musicales (es lo de menos), conseguimos hacer grupo, fortalecernos y sensibilizarnos con el mundo misionero. Para algunos, era la primera vez que visitábamos esa ciudad y, ¡qué buen tiempo nos hizo!

Nos recibió el equipo de animación, con canciones y fiesta en la Plaza de la Catedral. Como siempre, ver a tantos jóvenes y que compartimos el mismo espíritu da gusto. Además, algunos pudimos disfrutar de ser VAS, con mucha ilusión de volver a ponernos el peto de colaboradores/as.  En los grupos de reflexión, nos hicieron pensar y darnos cuenta de que no hace falta irse a otro país para ser misionero, si no que en nuestro ambiente podemos aportar muchas cosas. También aprendimos que la llamada a ser misionero es uno de los mejores servicios y vocaciones, entregando la vida a pesar del sacrificio que eso conlleva. ¡Vale la pena ser buena noticia!

Comimos, y nos fuimos a nuestra sede a cantar la canción. A pesar de que no fue nuestra mejor interpretación, sabemos que no es lo importante en este encuentro. Nos encantó todo, desde las increíbles canciones que hacía cada grupo, los presentadores y hasta el equipo de animación, con los que no parábamos de bailar y cantar.

Por la noche, la vigilia fue un momento especial. Nos hizo conscientes de muchas realidades; muchas veces pedimos por nuestro entorno, por nosotros mismos, pero ver la realidad de otras personas nos cuesta. Gracias por la preparación de esa vigilia para jóvenes; necesitamos vigilias de ese tipo que se acerquen a los jóvenes. Después, Rubén de Lis nos dio un concierto difícil de olvidar. Algunos no le conocíamos, y nos lo pasamos en grande con su espectáculo de su “loop station” con diferentes guitarras. Aquello era una fiesta, de la que todos los jóvenes participaban saltando y cantando. Os invito a leer su testimonio por Google, porque es una persona increíble.

Al día siguiente nada más levantarnos,desayunamos churros con chocolate. No hay palabras para agradecer lo bueno que estaba aquello. Por esa gran acogida, queremos dar las gracias a Juan Luis, responsable de la residencia de estudiantes Fernando III.

Finalmente, vivimos la misa en la Catedral de Zamora apoyando en la liturgia, en el coro, etc.

Lo bueno si breve, dos veces bueno; por lo que nos despedimos con nostalgia, para regresar a Vitoria.  Ya sabéis, las despedidas no son lo nuestro, pero por suerte, el verano está a la vuelta de la esquina y pronto tendremos más encuentros: Verano Misionero en Silos y Operación Futuro.

Adrián Pisabarro García – @adriantxupisi Crisol San Viator – @crisolsv

VIVENCIAS DE LA CANCIÓN MISIONERA EN ZAMORA

A medio camino entre el espectador casual y el entusiasta participante de un evento, como una especie de “híbrido” tan de moda entre un reportero y un  asistente motivado me encuentro recordando con una media sonrisa los últimos días pasados en Zamora. Ciudad que nos ha acogido a participantes de 18 diócesis diferentes con los brazos abiertos, cuidando hasta el último detalle, alojamientos, jóvenes que nos recibían con bailes y sonrisas, arroces zamoranos y aceitadas, preciosas iglesias románicas y su inconfundible catedral…, todo estaba preparado para recibirnos a los más de 800 cristianos dispuestos a dejar huella cada año cantando por las ciudades de España en el festival nacional de la canción misionera.

Para un despistado zamorano no pasaríamos de ser unos turistas bulliciosos que aparecían por todas las esquinas con su pañuelito naranja al cuello. Para los algo más informados seríamos unos grupos numerosos de gente que venían de otras parroquias  a cantar no se qué. Para nosotros, los que allí estuvimos éramos los que habíamos venido a cantar y a celebrar que estemos dónde estemos, Orense, Alicante, Cáceres o Burgos, Madrid, Valencia… somos responsables de ser “Buena Noticia”, y el testigo de esta responsabilidad no hay mejor forma de tomarlo que cantando con alegría… Por mi parte, esta anónima periodista encargada de retransmitir lo  que ha visto, no me queda más que rendirme ante la evidencia, en un mundo en el que vivimos escuchando noticias tristes y efímeras, no hay mayor satisfacción que poder contar y cantar entre niños, mayores, familias,  afinados y desafinados, veteranos de los festivales y atrevidos  novatos…, que sólo hay una buena y  permanente noticia que es  que ¡Cristo ha resucitado! Y que nosotros estamos aquí para contarlo y cantarlo.

Y como el tema iba de cantos, nada mejor que las canciones compuestas para nosotros, en la acogida y el tema, de Rogelio Cabado, cantautor cristiano zamorano, y el actuar como teloneros de la estrella de la noche que fue Rubén de Lis. El parque de La Marina de Zamora fue testigo de todas las canciones que coreamos junto a Rubén, y los fríos de la semana santa se retiraron para que pudiésemos disfrutar del  soleado día primero y ya durante el concierto de la brisa de la noche.

Personalmente no se me ocurre mejor plan para un fin de semana primaveral, estando con la familia, junto a buenos amigos, y cantando, comiendo, riendo, “turisteando”, y cómo no, viviendo nuestra fe. Claro que esto es el final feliz de la historia y si rebobinamos nos vamos encontrando  con los desvelos del grupo de Cristianos sin Fronteras al frente de esta gran organización de zamoranos implicados, letras y letras de canciones hasta dar con la definitiva,  ensayos intentando juntar a los cantantes desperdigados y con mil quehaceres, panderetas arrítmicas, indumentarias desafortunadas, horas y horas para llegar a Zamora, y un sinfín… pero al final me quedo con la frase de un joven a su madre tras la vigilia de la luz: ¿mamá, el año que viene volvemos?.

Valentina Inglada