No se puede entender ni la historia ni la identidad más profunda de C.S.F. sin esta palabra, mejor, sin esta actitud. Se caerían todas las iniciativas antes de cumplir un mes. ¡Y muchas cuentan por decenios su existencia!
Hablamos del servicio en gratuidad. Dicho con gran claridad. Hablamos del tiempo, de las facultades y talentos de una persona ofrecidos a los demás de manera gratuita, sin pedir nada a cambio.
Esta actitud de servicio es fundamental que la profese el cristiano que quiera entender la misión.
La razón no es más que una: Imitar a Jesucristo, que definió su misión – lo que él resume en el verbo «venir» – de esta manera: «El Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida». ( Mt 20 , 28 )
Conscientes de que éste es un valor radicalmente cristiano, evangélico.
No puede un cristiano decir que toma en serio la misión, si no dedica de manera habitual parte de su tiempo en gratuidad a servir a los demás.
El servicio no se puede reducir a dinero. Servir no se limita a dar. Servir es darse. Y sólo nos damos cuando entregamos nuestro tiempo, que es la forma más radical de hacer donación de uno mismo. Porque somos seres en el tiempo. Sólo dando nuestro tiempo nos damos a nosotros mismos.
Por eso servicio radical es entrega total, de toda la persona con todo su tiempo. Esta entrega de servicio sólo la hace el célibe por el Reino, que es fiel a su opción radical.