Marcha, ponerse en camino, hacerlo de manera solidaria, marcarse una meta… esto, sin más apellidos es lo fundamental. Después vienen los apellidos o los complementos: Marcha de la Alegría. Marcha Internacional de la Luz. Marcha de Operación Futuro. Lo importante es que todas tienen en común un estilo de vida.
Marchar. El cristiano es una persona que se pone en camino.
Marchar. Ser cristiano no es pasar, desentenderse ante las situaciones. El cristiano mira qué puede hacer, y se pone a ello.
Marchar. Hacerlo de manera solidaria. Unido a tantos que antes que yo han entendido la vida como una marcha, se han cargado la mochila y han salido.
Marchar. Es responder. Oír las voces que llegan desde la otra orilla y ponerse en camino, como Pablo y Lucas hacia Macedonia (Hechos 16), porque en esas voces han escuchado la llamada de Dios.
Marchar. Como Abrahán. Seguro de la llamada, y de la fidelidad del que le llama.
Marchar. Señalarse una meta, y no parar hasta conseguirla, aunque cueste.
Marchar… y cantar. La primera marcha de Jóvenes sin fronteras se llamó «de la Alegría» no por casualidad. La alegría pertenece a la marcha cristiana.