A la misión se sale bien, cuando se sale con un corazón alegre.
A la misión se sale bien, como la Virgen María, que emprendió el camino del servicio a su prima Isabel, cantando el Magnificat.
A la misión se sale bien solamente si antes me he parado a mirar y admirar el gran regalo, las riquezas enormes de conocer a Jesucristo.
La alegría, la fiesta pertenece por dentro a la persona. Porque necesitamos la alegría para madurar. Fíjate en el niño. No hay cosa que más necesite que la alegría.
La alegría pertence por dentro al mensaje cristiano, que es la Buena Noticia.
Hay que dudar de la misión ofrecida desde la amargura y el resentimiento.