En C.S.F. oirás constantemente esta referencia a este documento que programa la nueva acción misionera. No entenderás la asociación, si no te paras a leer, si no te dejas interpelar por las enseñanzas de esa carta.
Nos referimos a la Carta Apostólica que el Papa Juan Pablo II firmó el día más misionero del año, el día de Reyes de 2001, la fiesta de la Epifanía, en pleno acto de clausura del Gran Jubileo del 2000.
La síntesis que hacemos de la carta es ésta:
Es necesario que las comunidades eclesiales, desde la contemplación del rostro de Cristo (Cap. II), hagamos un programa serio para la nueva acción misionera.
Que en este programa planteemos unas cuanta prioridades, que todas ellas se pueden resumir en una idea: Dinamizar la vida de la comunidad, (Ver Cap. III, en especial 29, 40, 41) porque ella será así misionera.
Entendemos que es la «táctica pascual». Jesús, después de su victoria en el amanecer glorioso de la resurrección, no se dedicó a demostrar a los jefes del Pueblo de Israel lo equivocados que estaban, cuando lo condenaron a muerte. Hubiese sido un camino fácil, aparentemente decisivo. él siguió otro camino: Confirmar, congregar a los suyos que estaban dispersos, porque la herida mortal del pastor había tenido como consecuencia la anunciada dispersión del rebaño.
Decimos con el Papa que hoy es necesario dar prioridad a esta tarea de confirmar, de devolver la alegría y la confianza al Pueblo de Dios. Después ¡y desde la comunión! vendrá la salida a la misión. (Cap. IV)
Pero queremos que quede claro: En este nuevo milenio tenemos una urgencia totalmente nueva, a la que debemos dar juntos en la comunión una respuesta nueva.