Ya ha llegado octubre, el mes misionero por excelencia. Durante este mes ponemos más nuestros ojos en esos testimonios que, a la llamada del Señor, entregan su vida por amor:  l@s misioner@s.

Esas mujeres, hombres, jóvenes, sacerdotes y laicos, religios@s y familias al completo que hacen suya la Palabra y de forma generosa y alegre responden: Aquí estoy, envíame.

Misioner@s que acompañan, luchan, ofrecen, comparten su vida y llevan el amor de Dios Padre a lugares donde nunca se había experimentado.

Este año 2020, en el que el mundo sufre la pandemia por el coronavirus, en nuestra vida ordinaria estamos viviendo unas circunstancias que eran inimaginables hace muy poco tiempo. Nos hemos visto obligados a renunciar a muchas acciones que constituían nuestro estado de bienestar. También hemos tenido que sacrificar la convivencia diaria y las celebraciones multitudinarias en todos los ámbitos, incluida la celebración de la fe. Multitud de convivencias, oraciones, encuentros, como nuestro querido Tren Misionero no se han podido celebrar.

Pero la Palabra de Dios, en el mensaje del Domund resuena como siempre con fuerza: Aquí estoy, envíame.

Llamados a salir de “nuestra tierra” y aquí o allá sembrar la esperanza, la ilusión, la justicia, la fraternidad… Un mundo sin fronteras, enviados como cristianos sin las fronteras del miedo, del egoísmo, el pesimismo o la desilusión. Apoyados firmemente en Jesucristo, Señor de la Historia.

Ya ha llegado octubre, el mes misionero por excelencia. En este Domund 2020 no mantengas la distancia con el Señor. Vuélvete a Él y dile con seguridad: Aquí estoy, envíame.

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