12 al 21 Julio 2019

Este año era mi segunda vez… Podría parecer que ya se había roto el hechizo de la novedad, como cuando alguien nos deslumbra, como ese enamoramiento juvenil que visto desde fuera saca a veces la sonrisa de los que observan al no llegar a entender qué habrá de cierto en ese amor… Pero precisamente por eso, porque he vuelto al lugar que tanto me embriagó , y lo he hecho con renovada ilusión, con la serenidad que da ya no el primer amor, sino el auténtico amor, el que nos llena de verdad, el que nos calma la sed, sé que Silos al menos en mi vida, es un punto y aparte. Punto y aparte cuando tras tantas jornadas laborales, llega el merecido descanso veraniego y busco una desconexión. Punto y aparte cuando tras muchos años viviendo las vacaciones más playeras, relajantes y divertidas, ahora busco unos árboles frondosos sobre los que planean los buitres más majestuosos. Y punto y aparte cuando en el relato de mi vida ahora nadie que esté próximo a mí queda sin conocer dónde queda Silos en el mapa, es más, si puedo no dejo escapar mi sonrisa enamorada…
Con mis ojos casi de novata observo a todos los que llevais tantos años viniendo a Silos y admiro vuestro peregrinar. ¿Qué es sino vuestra insistencia al volver aquí cada año? Peregrinar no es andar, no es viajar, no es veranear… Peregrinar tiene un objetivo. Puedo imaginar el vuestro. En cuanto al mío ya lo tengo claro, en Silos he logrado acercarme a la Fuente de Agua Viva. ¿Sólo eso? Es lo que pensarán aquellos a los que me atreva a revelarles el secreto de mi sonrisa. Claro, solo eso se merece un punto y aparte… Porque aunque nuestra vida sea como un texto que empezó allá por… Con infinidad de borrones, de puntos suspensivos que casi mejor no contamos, de exclamaciones de felicidad, de momentos que merecen un acento, y aunque sepamos que todo relato tiene un punto y final, un buen texto que se precie necesita sus puntos y aparte que no lo hagan monótono. Y apuesto lo que queráis a que para la mayoría de los que hemos estado en Silos, aquello es lo más opuesto a la monotonía, diferente diría yo. Y es que no es lo mismo cantar bajo la ducha que cantar al unísono en Silos; asistir a una eucaristía un sábado o domingo cualquiera ufff, que vivirla en Silos; fregar los platos en casa que hacerlo “fresca” y alegremente bajo los caños. No, no es lo mismo confesarse ante el sacerdote de turno en un oscuro confesionario que hacerlo bajo un árbol ante un monje y rodeado de gente deseando hacer lo mismo que tú… No es lo mismo entretenerse pasivamente ante el youtuber de moda que pringarse para divertir a otros, como no es lo mismo relajarse en un spa con mil chorritos y masajes varios que preocuparse por dar de comer y organizar a cientos…

He visto niños que no habían siquiera oído hablar de Dios querer volver, jóvenes que venían con escepticismo que han prolongado su estancia en Operación Futuro, adultos que no dudan en contar su vivencia con ganas de más, todos gente corriente pero que volvemos a casa “ diferentes”, volvemos tocados, fortalecidos por el Espíritu Santo. Lo malo de ello es que no lo podemos plasmar en una fotografía como testimonio de lo vivido, lo bueno es que lo que no se ve es mucho más grande…, lo que no se ve es eterno…

V.I.